1 de febrero de 2003

Divulgadores fieles y herejes

Martín Bonfil Olivera
publicado en El muégano divulgador, núm. 22 (febero-abril 2003)

Al hablar de divulgadores de la ciencia, a veces pareciera que todos somos iguales. Pero basta con asistir a un congreso o hablar con más de dos colegas –a veces dentro de una misma institución– para notar la extraordinaria diversidad de concepciones que existen acerca de nuestra actividad. Aun así, en mi opinión, pueden distinguirse a grandes rasgos dos grupos: el de los «fieles» y el de los «herejes» (uso ambas palabras en un sentido metafórico, no literal: «fiel» es quien que tiene fe, mientras que «hereje» es aquel que prefiere elegir, que cuestiona).

Efectivamente, existen divulgadores que parten de la convicción básica de que la ciencia es importante y hay que compartirla: tienen fe en la ciencia. Sienten curiosidad, gusto y fascinación por ella, y esto los lleva a admirarla y disfrutarla. Por ello buscan comunicarla, aun en forma independiente de su utilidad. Normalmente estos «fieles» se acercaron a la ciencia, en primer lugar, por el asombro que les produce.

Los «herejes», por su parte, no parten de la fe en la ciencia; por el contrario, le tienen cierta desconfianza, y a veces hasta temor, por la posibilidad de que este conocimiento pueda resultar dañino para la sociedad. Buscan promover el conocimiento y control de la ciencia para evitar su mal uso. Por ello tienden a relativizar su valor, e incluso a veces la confiabilidad misma del conocimiento científico.

Imaginemos círculos concéntricos en los que en el centro está la ciencia en su concepción más ingenua (el científico, encerrado en su laboratorio, generando conocimiento). En el círculo siguiente, encontraríamos la ciencia rodeada de su contexto histórico y social. Finalmente, en el círculo más externo, hallaríamos la ciencia relativizada por sus complejas relaciones sociales, económicas, políticas, ideológicas, etcétera. Pues bien, los «fieles» parten del círculo central; divulgan una imagen de la ciencia que puede llegar a abarcar los círculos externos, aunque no necesariamente. En cambio, los divulgadores heréticos parten del círculo más externo, el de lo ideológico-social, y sólo en ocasiones llegan a abarcar hasta el más central, el de lo más estrictamente científico.

Quizá podríamos decir que los divulgadores «fieles» buscan la apreciación de la ciencia, mientras que los herejes enfatizan la percepción de los riesgos que la acompañan y la forma de evitarlos.

Ambas perspectivas son importantes y deseables, aunque me incluyo, desde luego, entre los divul-gadores «fieles». Y sin embargo, creo que sería mejor ser un «fiel» que no idealizara a la ciencia: que conociera todos aquellos aspectos –incluso defectos– que los «herejes» conocen tan bien. Ser un fiel bien informado que lo fuera no por ignorancia ni candidez, sino por convicción. ¿Será posible?

No hay comentarios.: